Vengo contemplando
de un tiempo a esta parte cómo la prensa se viene haciendo eco de la
continua y sistemática sucesión de
despropósitos en lo que ya hace tiempo se ha convertido el gobierno municipal
de la Villa de Zuera. Ya se trate de asuntos de juzgado con tufo a “arreglo de
cuentas”, de falta de capacidad para resolver problemas caseros o de voluntad
negociadora, lo cierto es que la sensación de que se está haciendo el ridículo se va extendiendo lentamente entre
los zufarienses y más, entre aquellos otros que observan nuestros avatares
municipales con distanciada sorna. Con todo, la desinformación y la penumbra que se cierne sobre los asuntos municipales
que nos conciernen es tal que, con toda seguridad, los mayores desvaríos no se
conocerán hasta que haya un cambio de gobierno en la Casa consistorial.
Entre el estupor y la vergüenza ajena he leído las
declaraciones del alcalde oficial, recientemente aparecidas en algunos medios y en las que
afirma, a mediados de mayo, que no han
preparado una propuesta de presupuestos porque no han tenido tiempo(¿?).
Son múltiples las lindezas entrecomilladas que aparecen entre sus declaraciones,
a cual más pintoresca y descorazonadora, pero esa me ha parecido de lo más
reveladora. Hay otras para nota, como que “los presupuestos son una herramienta
importante, pero no imprescindible” o un gracioso eufemismo en el que califica
la deuda como “remanente de tesorería negativo”. Finalmente, asocia la buena
gestión, la suya, con el hecho de que “pagan puntualmente a los trabajadores y
a los proveedores”. “Así es que no estamos tan mal”, concluye.
Solamente con el
contenido de estas manifestaciones se podría escribir el guión para una parodia
del buen gobierno municipal.