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José Manuel Larqué, ahora concejal de personal, arropado por Bolea y Gil, amenazó a los representantes de los trabajadores en una reunión realizada a principios de junio con suprimir los trienios y otros derechos consolidados del Personal Laboral si no aceptaban, y firmaban, la eliminación del Fondo Social del Convenio y del Pacto del personal municipal. El Fondo establece algunas ayudas (gafas, prótesis, muletas..) para todos los empleados, funcionarios o laborales, del Ayuntamiento de Zuera.
El origen y argumento de toda esta barbaridad parte, según nuestras fuentes, de un acuerdo verbal para suprimir el Fondo que el ahora concejal de personal, y en ese momento alcalde, obtuvo de algún miembro del anterior Comité de Empresa en el proceso de negociación de la valoración de puestos de trabajo realizada entre los años 2007 y 2009. Acuerdo verbal entre esas personas que no era conocido, y por tanto no fue ratificado ni firmado, por el resto del Comité ni por la Asamblea de Trabajadores.
Puede parecer increíble que dada la falta de formalidad del “pacto” (conocimiento, ratificación y firma del resto del Comité), que en caso de generar alguna obligación de carácter recíproco solo se produciría entre quienes lo acordaron (Larqué et al), nuestro esclarecido concejal se haya impuesto como obligación trasladarlo al conjunto de los trabajadores del ayuntamiento, y esa tarea la haya completado con las amenazas comentadas; pero así ha sucedido, y eso ha sido posible no solo por la mentalidad del personaje, autoritaria y ridícula, si no también por que cuenta con la cobertura de una legislación retrógrada que su partido, el PP, ha puesto en marcha.
Uno de los objetivos de los representantes de los trabajadores para el mandato municipal iniciado en 2011 ha sido, nos dicen, disponer de un nuevo Convenio Colectivo que pusiera al día el vigente hasta ese momento. Previamente al inicio de su negociación, procedieron a la denuncia del anterior (el 26 de junio de 2011) que, como indicaba la legislación general (art. 86 del E.T) y el propio convenio, se prorrogaba de año en año. Una vez denunciado, el convenio entraba en lo que se denomina un periodo de “ultraactividad”; es decir, su vigencia quedaba prorrogada hasta que se consiguiera el acuerdo “expreso” entre trabajadores y ayuntamiento. Su denuncia iniciaba legalmente el periodo de negociaciones.
Pues bien, en los dos años de la llamada ultraactividad, nada, absolutamente nada, ha hecho el ayuntamiento y su actual concejal de personal, el señor Larqué, por llegar a un acuerdo con los trabajadores que llevara a la firma de un nuevo convenio. Ningún progreso se ha producido en la formulación de un nuevo articulado, ni siquiera en uno de ellos. Ningún avance, nada, de nada. Los responsables del ayuntamiento, Larqué, Gil y Bolea (esta es la cadena de mando) han dilatado la negociación, todo para más adelante....
Empero, casualmente, el próximo 9 de julio entran en vigor las modificaciones que el PP introdujo mediante la Ley 3/2012 del 6 de julio de 2012 a su ya retrógrado Real Decreto de febrero de medidas urgentes de reforma del mercado laboral. Las consecuencias de esos cambios legislativos son demoledoras para los derechos colectivos de los trabajadores. Una de ellas, la que nos ocupa en este caso, es la que se refiere a la vigencia de los convenios denunciados antes de la entrada en vigor de la ley, ya que su ultraactividad se reduce a un año a partir del 8 de julio de 2012.
Es decir, los responsables del PP en el ayuntamiento han entretenido durante dos años a los representantes de los trabajadores, en ningún momento han hecho esfuerzo alguno digno de mención para llegar a acuerdos para un nuevo convenio; y ahora, utilizando los argumentos más restrictivos sobre su vigencia (perdida su ultraactividad), y sobre sus posibles consecuencias, ponen a los representantes de los trabajadores en la tesitura de o aceptar las condiciones que plantea el señor diputado provincial, eliminar el Fondo Social, o un posible escenario en el que el interrogante, suficientemente explícito tras amenazar con recortar derechos del personal laboral, es que sin convenio la empresa – ayuntamiento no tiene obligación de mantener las condiciones de trabajo actuales pudiendo aplicar el suelo normativo del Estatuto de los Trabajadores.
Esa era la amenaza. Otra cosa es que hubiera tenido las gónadas suficientes (cabeza ya sabemos que tiene la justa) para imponer esa visión de las relaciones laborales, propia de un capataz latiguero de los años 40 del siglo pasado, a un colectivo de al menos 100 trabajadores.
Donde había que introducir confianza, sentido común y búsqueda de acuerdos, se ha inyectado temor y escepticismo. En un ámbito en el que las principales organizaciones empresariales, CEOE y CEPYME, y las sindicales, CCOO y UGT, han llegado a un acuerdo el pasado 23 de mayo en el que: “parten de la consideración de que la ultraactividad de los convenios es una materia disponible para los negociadores, por cuanto la previsión legal sobre vigencia máxima es de aplicación supletoria en defecto de pacto expreso (previsto en el artículo 2 del anterior convenio del ayuntamiento)“ señalando que: “aquellas partes que no la hubieran previsto expresamente con anterioridad en el convenio, ultimen acuerdos específicos sobre la prórroga incluso durante la fase de negociación del nuevo convenio que estuviera llamado a sustituir al denunciado”; en ese ámbito, decíamos, Larqué pone su nota intelectual, rompe la baraja, se pone a dos antiguos miembros del comité por montera y obliga a aceptar a los actuales (por miedo a represalias) un pacto no firmado porque él es así de chulo y a ti te encontré en la calle.
Lo consiguió, gran victoria, el convenio quedará prorrogado sin el Fondo Social y a negociar a partir de cero, o de menos cero. Y, ¿de cuanto dinero estamos hablando?, de poco. En realidad, esa especie de de dignidad autista del concejal Larque, defendida y justificada en un pacto entre él y el maestro armero (dos ex miembros del comité) imposible de generalizar al conjunto de los trabajadores, lo que verdaderamente esconde es otra cosa: una relación enfermiza enrtre el pequeño poder que ostenta y la realidad que le circunda. Y abrir la veda del personal laboral, pero del desafecto, claro.
La voz de su amo.