martes, 22 de junio de 2010

Recuperar los valores


Por primera vez después de varias décadas, y situados en la antesala de las próximas elecciones municipales va a ser necesario que la izquierda que el PSOE representa en Zuera anteponga en su discurso el impulso ético a las ideas o proyectos de transformación social y económica. Lo cual no quiere decir que deje de contemplar entre sus objetivos primordiales la transformación innovadora de la realidad, sino que hoy más que nunca y con carácter previo hay que descender al plano de la ética y la moralidad y hacer hincapié en que toda acción política carece de sentido si no está inspirada en el compromiso de salvaguardar ante todo la dignidad de los individuos y sus instituciones. Después ya hablaremos de ajustes, de cambios y nuevos enfoques, de las oportunidades perdidas y de expectativas de futuro.


Como algunos saben, la actual Corporación municipal está siendo, sin duda, la más nefasta para Zuera, de cuantas se han sucedido a lo largo del periodo democrático. Esto es así por múltiples razones de las que a menudo echamos mano, como la incompetencia o la parálisis, pero sobre todo, y éste es el mayor de sus deméritos, porque ha inoculado en el sistema de gestión municipal, el virus de la corrupción, que no es otra cosa que una alteración en la naturaleza y las funciones de una Institución tan trascendente para nuestra convivencia y nuestros intereses colectivos, como es el Ayuntamiento. A lo largo de los últimos treinta años el Ayuntamiento ha sido la institución, el organismo público a través de cuyo potencial de tracción se ha hecho posible co-generar para Zuera una etapa de desarrollo y de bienestar para sus habitantes que no tiene precedentes en su historia. La labor de los ayuntamientos democráticos no sólo pulverizó el mito aquel de “Zuera como buen pueblo”, que al parecer lo era por el hecho de tener un río y un pinar, sino que puso en evidencia el “raquítico” espíritu de progreso y la falta de altura de miras que había guiado a las Corporaciones anteriores. En términos generales la derecha, como en todos partes, se había limitado durante cuarenta años a gestionar sus intereses particulares desde la privilegiada atalaya que proporciona el Ayuntamiento, mientras, a principios de los setenta, un tercio de la población de Zuera no tenía agua corriente en sus casas. Por poner un ejemplo.

Ciertamente, eran otros tiempos. Unos tiempos que no queremos que vuelvan, lo cual es tanto como decir que hay que impedir que vuelvan. Es obligación del Partido Socialista, hoy en la Oposición, alertar e informar eficazmente a la ciudadanía de los riesgos que corren tanto nuestros intereses presentes como, muy especialmente, los futuros, los de nuestros hijos, si la corrupción o la mentira, que ya están infiltrados en nuestro ayuntamiento llegan a consolidar sus posiciones. Como las personas somos seres muy limitados en nuestras capacidades, tiene mucha importancia saber si dichas capacidades, las que sean, se ponen al servicio del interés propio o el del conjunto. Lo cual afecta muy directamente al uso que se está haciendo de los recursos públicos.

Y eso sólo lo puede explicar quienes lo están viendo o viviendo de cerca, es decir, los que tienen conciencia de cómo se suceden los hechos. De nada servirían pormenorizados relatos de supuestos acontecimientos, por muy reales que éstos sean, si no se sabe elevar tales acontecimientos a la categoría de engaño y fraude que verdaderamente poseen.

La integridad de una sociedad es aquella que queda reflejada en el comportamiento individual y los valores de sus habitantes. Ahí es donde hay que llegar. Porque sólo ahí es posible encontrar el antivirus que Zuera va a necesitar para salir de la etapa de confusión y embustes en la que ha quedado sumido su ayuntamiento a menos de un año de la próxima cita electoral.

Ándele

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